jueves, 29 de marzo de 2012

Dejen salir antes de entrar



¿Cómo de posible es tomar decisiones o poner en marcha el cambio si tenemos mil y un lastres?
¿Cuáles son esos lastres? Son las circunstancias que te impiden actuar de la manera que  tus sentimientos desean, cualquier excusa que te sirva para silenciar esa voz valiente que te invita a buscar un futuro, quien sabe si mejor, o cualquiera que te impida dar ese gran paso que sabes que va a cambiar tu situación en el mundo.
Hipotecas, créditos, familia, relaciones, trabajos y en definitiva el miedo a perder todo aquello que creemos que poseemos nos impide dar pasos adelante y normalizar los pasos atrás...


Dejen salir y que no pase más de lo mismo para que pueda entrar lo nuevo... Dejen salir relaciones tormentosas, fantasmas del pasado, complejos y malas experiencias. Que no pasen más trabajos que te llevan a la mediocridad, dejen salir gastos que te hacen esclavo de esos trabajos... No más obligaciones que hacen crecer raíces en la tierra donde no quieres dar frutos; no más malos hábitos que se conviertan en murallas para entrar en el castillo de la dulce incertidumbre, de la ilusión de un futuro mejor.

¿Cuántas veces hemos dicho “si no tuviese esto o lo otro me atrevería a...”?
¿Quieres hacer cada vez más pequeña tu zona cómoda? Es fácil, simplemente apégate a lo que en cualquier futuro se convierte en circunstancias para no poder actuar; estoy hablando del comodín de las circunstancias para dejar de perseguir sueños. Los actos del presente se convierten en circunstancias del futuro.
Pensar que la época de más crecimiento en la que mayor número de inquietudes afloran es en la que menos tenemos que perder: cuando no tenemos familia, hipotecas y facturas que pagar, cuando nos da igual esto o aquello... ¿De qué etapa de la vida estoy hablando? Cuando se entra en el umbral de los 40 es cuando se empieza a ser esclavo de la circunstancia, a estar en huelga con una nueva experiencia a y también a coleccionar bienes y gastos.

¿Quieres crecer para conseguir circunstancias para no poder seguir creciendo?

miércoles, 21 de marzo de 2012

Anécdota.

Había un hombre que al ir a trabajar, pasaba siempre por delante de una tienda. En la puerta del comercio no había día que no estuviese un hombre sentado en una silla con su perro al lado. Siempre que este señor iba al trabajo le llamaba la atención que el perro estuviese ladrando, como si el perro se estuviese quejando; Oía estos ladridos día tras día; con nieve o con sol, a la ida y a la vuelta del trabajo.
Pasaron un par de años hasta que un buen día el señor se paró delante de la tienda; cuando estaba enfrente del hombre del perro, le saludo y le preguntó:
§   ¿Qué le pasa a su perro?
§   El hombre sorprendido dijo: Nada.
§   ¿Como que nada?, si siempre que paso el perro está ladrando; como quejándose.
§ Sin sorprenderse, el señor de la puerta de la tienda añadió: Ah sí, es cierto, ladra porque está encima de de un clavo.
§   Tras esta respuesta; el viandante confundido dijo: Oiga, ¿y por qué no se levanta del clavo?
§  El dueño del perro suspiró y de forma relajada contestó: Mire, no se levanta porque le duele lo suficiente para quejarse, pero no para moverse…

jueves, 15 de marzo de 2012

Ancla



¿Te imaginas que pudieses teletransportarte a un momento dulce de tu vida cuando quisieses?
Con un buen ancla tendrás la posibilidad de revivir ese momento, de salir de un momento para poder volver a sentir lo que en su día sentiste.

El anclaje es una técnica de la programación neurolingüística (PNL) que consiste en la asociación de un momento a un determinado estimulo. Podemos llevar lo que sentimos a un objeto, olor, sonido, acción que nosotros elijamos; Este será nuestro ancla.

Un determinado olor, poniendo cualquier ejemplo, nos trae recuerdos y esos recuerdos nos cambian el estado de ánimo... ¿Por qué no jugamos a provocar ese estado de ánimo?

Recuerda uno de los mejores momentos de tu vida, revívelo en tu mente con todo lujo de detalles, disfruta con el recuerdo. ¿Qué sentías? ¿qué iluminación había? ¿qué ocurría? ¿quién había? ¿qué se oía? Ahora trata de pensar en algo que represente todo ello, por ejemplo una canción, un objeto o una forma o una gesto Asóciala en tu mente, que ese objeto este ligada a esos sentimientos; este será tu ancla. Hecho esto tenemos el anclaje realizado.

¿Como utilizar tu Ancla? Es fácil, solo tienes que escuchar esa canción o acariciar esa figura, ver esa imagen o hacer ese gesto para revivir el momento. Automáticamente tu mente evocará aquel momento con sus emociones correspondientes; recuerda que el ancla tiene que ser especifica de ese momento.

Cuidado porque generamos anclas negativas inconscientemente. ¿No os trae malos recuerdos un determinado olor? Ver una jeringuilla dibujada para muchos seguro que no es un estimulo neutro y les lleva experimentar sensaciones ya vividas.

Mi ancla en deporte es pintarme una carita sonriente en mi mano izquierda. Los que me conocéis del triatlón sabéis que no compito sin ella. Horas antes de la carrera hago la asociación recordando grandes momentos de mi vida, escuchando mis canciones y recordando la sonrisa de mi abuela. Cuando estoy experimentando la euforia que me he autogenerado pinto esa carita en mi mano, el anclaje esta hecho. En los momentos de crisis miro esa carita y la verdad es que de alguna manera algo dentro de mi cabeza cambia con la repercusión que esto trae en mis músculos. También hago anclajes en carrera: Cuando las cosas van realmente bien miro la carita para asociarla a ese gran momento y sigo reforzándola; como no, también cuando llego a meta después de un buen triatlón.
Haz tu asociación, y piensa cual es tu ancla, después sácala en los momentos en los que necesites esa dosis de felicidad. Haz de tu ancla algo realmente personal e intimo, haz de tu ancla la llave para abrir la puerta de tu mejor versión.

miércoles, 7 de marzo de 2012

John Naber


Aun no existía el coaching como tal cuando el gran John Naber (Evanston, Illinois, 1956) decidió poner en marcha su propio proceso, ¿para qué? Para lograr la gloria, para llegar donde nadie había llegado en definitiva, para ser una leyenda.

El joven Naber, un estudiante universitario vio desde su televisor como Mark Spitz se colgaba cada una de sus 7 medallas de oro en los juegos olímpicos de Munich del año 1972. Fascinado por la hazaña de su compatriota, este prometedor nadador decidió que en los próximos juegos olímpicos sería él quien subiese a lo más alto del podium en los 200 metros espalda. Montreal le esperaba para darle su corona de laureles.

¿Por qué no iba a conseguirlo? Había sido campeón de Estados Unidos en categoría juvenil y sabía que era bueno... ¿Cuanto de bueno debería ser? 5 segundos era la diferencia entre su mejor marca y la necesaria para lograr el Record del Mundo. Mejorar ese tiempo, con esa edad y en esa distancia era realmente todo un reto. ¿Algo imposible? John decidió que no, que seria su desafío.

La meta estaba escrita y sabia cual era su punto de salida ¿como hacer el camino? El planteamiento fue sencillo: calculo las horas que podría nadar en los siguientes 4 años y lo puso en el denominador; en el numerador esos eternos 5 segundos y así es como obtuvo esa fracción de segundo... La quinta parte de un pestañeo más veloz en los 200 metros cada hora de entrenamiento. ¿Era posible hacerlo? Desde luego no sin trabajo, no sin motivación y empeño, no sin inteligencia y optimismo y desde luego no sin dejar de creer en ello.

Lo siguiente que tenía que hacer aun era más fácil para él.... tirarse al agua a nadar, es decir: ponerse en marcha.

No se si mejoró ese instante cada hora, cada día, cada año de entrenamiento pero si es cierto que a este joven espaldista le valió este calculo para ir como capitán del equipo de natación USA en los juegos del 76.

Los datos objetivos son que John Naber ganó y además lo hizo con record mundial y siendo el primer hombre en rebajar los dos minutos en los 200 metros espalda y como propina se llevo el oro en los 100 con otro record del mundo incluido. Ganó otros dos oros en los relevos, con sus correspondientes records del mundo. Sin duda fue el rey del agua y una de las sensaciones de aquellos juegos y ganador de otros tantos premios.

Definió la meta final, la dividió en pequeñas metas, vio donde estaba y que podía hacer para lograrlo, Empezó a hacerlo y... ¡LO HIZO!

 
Seguramente no entra entre vuestros objetivos ganar un oro olímpico, ni tampoco sois campeones de España junior pero... ¿Realmente no puedes conseguir tu Propio reto? Yo creo que si que puedes lograrlo; ¿tú lo crees?