Recuerdo a esa jovencita con su americana, bonitos zapatos y gafas de pasta sujetando nerviosa su cuaderno mientras que entre sus dedos apuraba un cigarrillo.
Era la época en la que pedías dinero a tus padres para escuchar las conferencias de los intelectuales que salían en los programas “prime time” de televisión, cuando enseñabas tus libros en Instagram.
Uno de los rostros de David Walker. |
Te recuerdo radiante en mayo y deprimida en septiembre pero siempre dispuesta a tener la primera y última palabra en una discusión. No puedo olvidar los enfados que se pasaban con una broma y los engaños que se olvidaban por un enfado. Recuerdo las largas llamadas con una joven bohemia al otro lado, libros, bolígrafos, jazz, pop, café y sexo en cualquier lado..
Estimulabas mi creatividad con aquellos complejos razonamientos, con tus excéntricos ideales y profundas interpretaciones de lo más sencillo. Nunca llegaste a ser tan atractiva como cuando te vestías con aquel oscuro sentido del humor a juego con tu sensual carácter, cuando te atrevías a desnudarte y mostrarme todos tus miedos. ¿Seguirá pensando de forma atrevida o solo lleva lo atrevido en lo superficial?
Quizá ahora tiene una legión de súbitos en los lugares donde entrega sus mejores borracheras, una legión de muchachos que alimentan su ego y a los que uno a uno podrá despreciar. Quizá su cuerpo ha cambiado tanto que parezca que esta engañado a la naturaleza, Quien sabe si en su armario siguen estando las elegantes chaquetas con las que atraía las miradas de los más interesantes o si éstas han dejado su lugar a diseños que se llevan las miradas de cualquiera.
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