El último tren lo puedes ver repleto de parejas que salen a cenar los domingos y no son capaces de cruzar una verdadera sonrisa en toda la velada. Ambos pensaron que era el último y por eso se subieron sin tan siquiera pensar si era el menos malo. Una vez en marcha, prefirieron no bajarse en ninguna de las estaciones destino a ninguna parte; quizá no estaban suficientemente incomodos para volver al punto de partida, prefirieron descarrilar acompañados que andar en solitario.
Los pasajeros del último tren piensan en los años que han pasado y no los que quedan por llegar. Al ultimo tren se montan los que hacen cuentas de lo que deberían tener a su edad y los que pierden el criterio por un extraño confort a los ojos de los demás. Al último tren puedes ver que se aferran aquellos que nada les aterra más que pasar sus días sin compañía, a los que desconocen aquello de “más vale solo que mal acompañado”
En el último tren viajan ciegos y muchos más que no quieren ver.; los que prefieren pasar por alto engaños, humillaciones y sin sabores. Son los pasajeros que normalizan la apatía, la falta de cariño y la infelicidad. En el último tren viajan los que ven con las gafas del conformismo, la resignación y de la desesperación, No llegan a divisar algo más allá del último tren pasar.
Tu que eres capaz de salirte del guión marcado, de decir no, de gustarte y respetarte, tu que disfrutas de tu propia compañía y eres más de sentir que de ser, nunca creas que hay un último tren y si has caído en el error de montarte en el equivocado, no dudes en saltar aunque este en marcha; por mucho que miedo que tengas al dolor de las heridas, no puede ser más doloroso que una triste existencia para el resto de tus días.
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