Una mala época es la oportunidad de generar oportunidades.
Una mala época es el momento de preguntarnos de nuevo lo que nunca ha tenido respuesta.
Una mala época es la mejor ocasión para actuar con mayor libertad.
No hay nada como el dolor de una ruptura para mirar en lo más profundo de nosotros, encontrar nuestro verdadero camino y a los mejores acompañantes. Los sueños empiezan a ser más alcanzables cuando la triste realidad es lo suficientemente lamentable como para despegarse de ella.
El dolor, los desengaños y engaños, los errores, las mentiras, los fracasos, las derrotas, el miedo… es lo que me hace vivir despierto. Fallar, perder, dudar, llorar, suplicar… son verbos que escribí en el pasado, que me acompañaran en el futuro pero nunca los dejare que vengan sin palabras como ilusión, esperanza o satisfacción.
Gracias por haberme roto el corazón, suspendido, despedido, abandonado… Te agradezco que me la jugases y engañases. Me despreciaste y te burlases de mí pero te estoy agradecido porque si ti, sin todo lo que me hiciste sufrir, nunca hubiese pensado miles de veces y estaría huérfano de soluciones, porque jamas hubiese encontrado tantos extraordinarios momentos de felicidad.
Fue algo maravilloso que el destino nos cruzase y después tu me dejases totalmente hundido. Sin haberme visto ahogado nunca hubiese sentido la necesidad de salir a flote; gracias por no haberme dejado simplemente tocado y viviendo en una incomoda distimia. Qué buen resultado me ha traído aquella época en la que me serviste tanta miseria. si ella nunca hubiese saboreado los momentos de felicidad.
Se que estoy en un camino donde las malas épocas suceden a las buenas, que por mucho que trato de prevenir siempre estoy curando, pero en cada una de mis épocas difíciles, en las malas rachas y en mis momentos de tristeza, siempre se entromete el prisma de la oportunidad.
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