Aquí tenéis la primera columna de opinión publicada en Sport Training.
El pasado
sábado Salí a entrenar en bici por la Beach Rd de Melbourne. La carretera
estaba llena de triatletas. Cuerpazos de todas edades, bicis de contrareloj,
piques, transiciones… pero cuando llegué a casa vi esta foto en Facebook y
entonces me di cuenta de que ésto ya es más que un
simple deporte.
Creo
que el triatlón de larga distáncia tiene el potencial de ser una nueva
religión. Pensar cómo funcionan las religiones y cómo lo hace el triatlón de
larga distancia, sobre todo la franquicia líder.
Dame
tu tiempo, dame tu dinero, piensa solo en mí. Venera nuestro icono, eres parte
del movimiento, siéntete parte de un grupo, ven a nuestras congregaciones, con
nosotros tienes una identidad. A cambio nosotros te damos unos segundos de
gloria; cuando llegues a la meta vamos a gritar tu nombre y diremos… Hilario
Real; You are an Ironman! Podrás contarlo en el trabajo y colgar fotos espectaculares en Factbook,
mucha gente se quedará boquiabierta con lo que tú has hecho.
Las
religiones tienen sus símbolos, como por ejemplo un crucifijo y el triatlón de
larga distancia tienen el suyo, Una I y una M en la misma figura. Muchas
personas llevan crucifijos de la misma manera que otras tantas llevan el IM
tatuado o en su ropa y complementos. Los domingos ellos van a misa, otros
montamos en bici. Las religiones te marcan unas pautas de vida y el triatlón
también ya que obliga a adoptar unos hábitos y abandonar otros. Ambos tienen
sus leyendas, Dave Scott, Mark Allen, Craig Alexander,Christie Wellington etc… son algunos
de los Iconos de la nueva religión.
Los
organizadores saben bien como hacerlo: Para unos creado los grupos de edad y
una mega competición a la que clasificarse, donde sin ser grandes campeones
pueden ser simplemente campeones. También tratan de héroes a casi todos ya que el objetivo para la
gran masa es terminar; gran parte logra el éxito.
Casi
todo vale por revivir ese momento de gloria: Cruzar la meta, los
reconocimiento, aplausos, fotos, y un señor gritando tu nombre;
tú eres un Ironman!
Quizá
parezca algo exagerado, pero un triatleta de larga distancia esta gran parte de
su tiempo de ocio entrenando y además deja de hacer otras actividades por estar
cansado o descansando, se vuelve un tanto egoísta con su tiempo. En cuanto al
dinero todos sabemos lo que vale todo el material, los servicios y una
inscripción: $900 cuesta el Ironman de Melbourne. Para muchos triatletas muchas
de sus inquietudes pasan por mejorar sus marcas, leen sobre triatlón, meditan
sobre que material es el más adecuado, incorporar nuevos entrenos, retos…
El Triatlón eclipsa al resto de necesidades cotidianas. Uno empieza a
relacionarse más con triatletas; largas horas entrenando, empatía, muchos temas
de los que hablar unen mucho.
Alguien
que es un triatleta de larga distancia tiene una identidad bien diferenciada.
Todos sabemos que el “finisher” suele llevar algo para indicar que el es parte
del grupo de personas que ha concluido una competición durísima. A veces un
icono, a veces una camiseta que pone “finisher” y las distancias que se
recorren en la prueba, el ya clásico 3.8 180 42.
Muchas
personas empiezan a entrenar como un reto de superación que hará sus vidas más
completas; aunque también los hay que lo hacen para escapar de ellas. Pocos
retos hay tan grandes para una persona que se siente vacía como completar un
Ironamn. Es de admirar hacerlo, pero al mismo tiempo da miedo que tanta
felicidad lo produzca una sola actividad. Puede que entonces y sin darte cuenta
tu vida gira en torno al triatlón; puede llegar a ser un arma de doble filo
Extraordinarias
son esas personas que pasaron de tener unas vidas tristes a demostrar su mejor
versión en todos los campos gracias a que un día consiguieron terminar una de las pruebas.
Admiro a esas personas que tenían vidas deprimidas, aburridas, sin grandes
expectativas y que lo pensaron, lo hicieron y ahora han trasladado la pasión
con la que empezaron a entrenar y competir al resto de aspectos de su vida;
Chapeau por esos Finisher.
He
de reconocer que yo soy un adicto al triatlón más corto y no me desengancho de
la competición. Pero lo que estoy viendo aquí en Melbourne se escapa de lo que
yo considero normal De cualquier manera, el triatlón no es para nada una mala
religión, nos hace ser duros, valientes, organizados, y realmente productivos.
Si alguno quiere unirse,
separarse, o cambiar la manera de practicar la nueva religión que no dude en
escribirme.
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