Hubo alguien que un día, en la orilla de la playa,
pensó en viajar por encima del agua. Hubo otros que pensaron en cómo volar por
el aire como hacen los pájaros. Einstein soñaba con viajar a través de un rayo
de luz y Martin Luther King con una América diferente; aquel "I have a
dream" fue la clave para miles de soñadores como él.
Todo es posible y nada es inalcanzable si se da por
supuesto que se puede pero se desconoce el camino. Tarde o temprano encontramos
la manera de conseguir lo que queremos. Puede llevarte más de mil intentos
(como la famosa bombilla de Edison) o simplemente en la primera prueba
encontrar el resultado esperado. ¿Cuántas veces has creído que no se podía y
lejos de ser imposible ha resultado sencillo?
Hoy de camino al trabajo montando en bicicleta por la
bahía de Melbourne, he contemplado muy atento algo que nunca antes había
llamado mi atención: un barco. Detrás de
un gran naviero hay mucho trabajo, muchas ideas, pero la primera y fundamental
es la de que se puede viajar a través de los mares. Antes de que se tratasen
los materiales con los que se construyeron las primeras balsas, antes de que se
empezaran a utilizar cualquier energía para moverlos, antes de poner en
práctica cualquier acción; estoy seguro que surgió la idea, el sueño, la
fantasía o la locura de que fuese posible hacerlo. Escribo sobre el nacimiento
de una idea rompedora, una idea que pone en duda cualquier lógica que existe.
No podemos crear materialmente o poner en práctica
algo que damos por supuesto que no se puede. Desde aquella persona o animal que
soñó en navegar por los mares, pasando por Arquímedes u Onassis... han pasado
más personas que ideas y desde las fantasías de Ícaro hasta la conquista del
espacio han vivido muchas personas que han creído que se podía y han puesto
todo su empeño más que en demostrar si era factible, en encontrar el cómo
lograrlo.
Muchos de nosotros somos jóvenes y responsables de seguir con la evolución del
mundo en la dirección que queramos pilotarlo. Si hoy en día somos capaces
manejar una nave aeroespacial, ¿cómo no vamos a poder tomar las riendas del
mundo?.
No es sólo por nosotros, los jóvenes; me refiero
también al legado de nuestros hijos, a nuestros nietos y a las generaciones que
vengan cientos de años después. Me niego en rotundo a que los jóvenes del
próximo siglo nos miren como mediocres que no evolucionamos nada, que no
pusimos nada en duda, que no creamos nada y lo que sería peor, ser recordados
como los creadores de una dinámica derrotista instaurada por los siglos de los
siglos. No va a ser mi generación la que empiece con este resentimiento.
Cada uno de nosotros como pequeñas unidades, somos
responsables de que nuestro planeta siga evolucionando. Ayer se pudo y los que
vengan podrán. Sin duda, nosotros debemos dejar de limitarnos, empezar a creer,
evolucionar y ocuparnos de lo que tantos otros ya se han estado preocupando.
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