jueves, 30 de julio de 2015

Comerme mis propias publicaciones.

Lo reconozco, algunas de las entradas de mi blog han sido inspiradas por las publicaciones que he visto en Facebook. Uno de mis amigos escribió hace unos días sobre tener que comerse sus propias palabras, tener que abandonar una idea y no poder guardar unos principios. Le he dado una vuelta de tuerca a su idea y me he atrevido a fusionarla con la costumbre que tenemos de escribir sobre como nos hacen sentir en las relaciones interpersonales.


El hablaba de los sacrificios que tuvo que hacer para seguir adelante con una promesa que se hizo a si mismo y que finalmente se vio forzado a romper. ¿No sería más fácil cambiar de opinión, reconocer nuestros errores y no seguir adelante con esos caminos que no llevan a ninguna parte si no publicásemos nuestras promesas, (también de amor) en Facebook?

Me atrevo a inventar que las estadísticas demuestran que nos equivocamos en la mayoría de las ocasiones  y con el mismo tipo de atrevimiento afirmo que las personas que siguen y defienden una idea tienen complicado darse cuenta de que resulta equivocada, más complicado aun reconocerlo y casi imposible que se bajan de ella; es la propia idea la que finalmente termina tirándoles. 

Como ejemplo de lo que puede comprometernos son los clásicos post que de alguna forma indirecta daban a entender algo así como: “Estoy pilladisim@“, “Si te anuncio mi amor por Facebook te demostrare que te quiero más”, “Quiero mostrar lo mucho que te quiero a todo el mundo”, “jodete”, “Eres un carbón”, “Has sido una guarra”, “Me has roto el corazón”, “Que bien estoy solter@“, “Me has dejado tan herid@ que no puedo conocer a nadie”, “Yo también puedo rehacer mi vida…” Son algunas  de las publicaciones que han dificultado tu libertad de cambiar de opinión. Esos post en los que estabas facilitando la opción de juicio de los demás y que en alguna ocasión te han hecho sentir aun más idiota. 

Las publicaciones con las que has complacido a los orgullosos emisores de los molestos comentarios “Te lo dije” o “Sabía que sucedería” y otros que no se atreven a decir… cuando las cosas no han salido como esperabas. Esos post de los que te has acordado en los momentos delicados y te han hecho pensar dos veces antes de tener que anunciar todo a todos de nuevo. Sería menos complicado si nunca hubieses escrito nada, tendrías más facilidad para mandar a la mierda, pero también para perdonar.

Porque igual la chica a la que has dedicado tu amor en las redes te esta compadeciendo, porque el chico con el que subes tus fotos de amor de verano puede resultar un cabrón en otoño, porque a la persona que criticas sutilmente y que recibes como una bendición el fin de los vuestro,  tiene más posibilidades de volver a tu cama que cualquier otr@ 

Cuantos más pasos das hacia una idea equivocada, cuando más convencido estas de que es la buena, cuando más haces creer a los demás de que estas en lo cierto; más complicado es dar marcha atrás cuando descubres no estarlo. 


Sabes con certeza que tus ideas pueden ser incorrectas, pero no puedes estar seguro de que será la acertada. Cuando crees un camino de ida, asegurare que tienes disponible uno de vuelta, ya que es probable que tengas que regresar y si pusiste piedras, tendrás que agacharte para ir recogiéndolas.

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