Cualquier espacio vacío llama a la materia, no todos los silencios llaman a una sonrisa o mirada de confianza, hay silencios que nacen donde mueren los compromisos.
La mejor manera de medir la temperatura de las relaciones es tomando la medida de sus silencios. ¿Son los vuestros de miradas cálidas o de los que se evitan cruzarlas?, ¿son en los que las manos se sujetan frías o en los que se siente la piel del otro?, ¿es un silencio de los que te hacen pensar o de los que te invitan a amar?
Lo sabes, lo vuestro ha dejado de funcionar, te estas dando cuenta que algo ha pasado. Los momentos sin ruido te están abriendo los ojos. Eres consciente de que todo tiene que terminar porque los silencios se han convertido en algo horrible y alguno de vosotros dos trata de romperlos con cualquier pretexto, porque no sois capaces de miraros mientras suceden, porque uno de vosotros esta incomodo y el otro triste además de incomodo.
Los silencios que no te gustan son aquellos que te hacen recordar los que si disfrutaste en otra época o quizá con otra persona, los silencios que no te gustan te están haciendo dudar. ¿Recuerdas cuando no escuchabais vuestras voces pero podíais transmitir vuestro afecto? ¿Recuerdas los silencios que surgían espontáneos de cualquier abrazo y se marchaban cuando llegaban los besos? ¿Recuerdas los silencios que se miraban a los ojos?
Como los días, un mal silencio lo tiene cualquiera, el que viene por una pelea no es tan malo como el de la indiferencia. Un mal silencio se puede transformar en uno de esos momentos en los que no se habla pero se siente, lo complicado viene cuando cualquier ruido suena más confortable que no decir nada.
Si no sois capaces de hacer que un silencio suceda, si no sois capaces de disfrutarlos; pronto dejareis de hacer ruido y vuestra conversación dejara paso a largas horas sin tener motivos para decir nada…
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