Creo que cualquier persona puede conseguir cualquier insensatez
si coloca un dorsal.
Yo me puse uno el pasado día 13 de Octubre; decidí correr la
maratón de Melbourne. Con el dorsal 7490 pase la media maratón en
1 hora 25 minutos. Era un buen tiempo pero poco después recaí de la lesión y
empecé a no correr con normalidad y todavía quedaban 20 km más, cada zancada
eran unos centímetros menos que recorrer y un dolor más intenso.
Empecé a correr por inercia, porque hacia frío, porque no
sabía donde pararme ni lo que harían conmigo, simplemente lo hacía porque
llevaba un dorsal puesto. Seguí corriendo porque no quería escribir en Facebook
que una lesión me impidió terminarla, por no tener que volver a correrla, por
si mejoraba, aunque cada vez el dolor me hacia correr más despacio. Seguí por
no darme por vencido a la primera de cambio, por no preocupar a quien me
esperaba en el estadio, por escribir este post y voy a ser franco: Corría para
retirarme en el siguiente km.
Me sentía ridículo corriendo, preocupado por las secuelas
que me pudiese traer, deseando que las piernas me dejasen de funcionar para
poder tener un gran motivo para parar, pero ellas seguían, a veces a mas de 5 minutos
el km, pero seguían.
Me acorde de todas las proezas que he leído sobre los
Ironman, de los que se retiran y de los que lo logran terminar, me acorde de mi
abuela, de mi primera maratón, de la osteópata, de amigos y hasta de algunos clientes. Ya solo quedaban 15
km pero iba pensando que en el 30 ya me
retiraría.
Pasar de ver el Garmin de 5 a 4 45 fue mejor que
verlo a menos de 4. Recuerdo especialmente estar pensando: “bueno 12 km a 5 es
una hora más” eso con 2h 05 en carrera,
el reto entonces era no andar y bajar de 3h 15 Minutos. Sin darme cuenta veía
posible terminarlo; media hora antes lo veía imposible y absurdo. Lo peor de
todo era que corría sin ninguna emoción, sin alegría, sin rabia, era algo
plano. No me sentía un super hombre que iba a terminar una maratón lesionado,
ni triste o rabioso por no haber logrado el objetivo; nunca antes había competido con esa sensación tan vacía.
Llegue al kilómetro 35 y ya daba zancadas sin ninguna técnica.
Cada una de ellas es un paso menos que tenia que andar; hablo de algo literal.
Pensaba que terminaría andando y que cada metro que corriese era un metro menos
que tendría que ir andando. Llega un momento en el que ni sientes ni padeces, ni alegría
ni tristeza, que simplemente ves que cada vez que miras el gps apenas has avanzado
150 metros. Me ayudaba animar a gente que estaba peor que yo todavía, me hacia
sentir menos absurdo.
Termine corriendo a 4 45 y a 3 30 los últimos 300 metros
dentro del estadio… ¿por qué? Creo que fue para tener el momento de gloria que
no había tenido en la carrera ni tendría después de ella; no se como corrí así
esos últimos metros, algo me dijo que iba a ser la única oportunidad de
terminar una maratón de forma decente en un estadio donde caben más de 100.000
personas
¿Debí retirarme? Seguramente. Afortunadamente estoy
recuperando bien y no parece que haya ninguna lesión grave. No me siento
orgulloso de haber seguido corriendo ni tampoco me sentiría avergonzado de
haberme retirado. Creo que simplemente seguí corriendo porque llevaba un dorsal
puesto.
Cualquier persona puede lograr cualquier insensatez si se
coloca un dorsal. Puestos a ser insensatos y sentirnos
protagonistas de algo, seámoslo en una competición deportiva; sintámonos por
unas horas menos pequeños, vivamos unos instantes de gloria, logremos una gran proeza, algo que recordemos el resto de nuestras
vidas.
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