lunes, 21 de octubre de 2013

Con un dorsal. Melbourne Marathon.

Creo que cualquier persona puede conseguir cualquier insensatez si coloca un dorsal.

Yo me puse uno el pasado día 13 de Octubre; decidí correr la maratón de Melbourne. Con el dorsal 7490 pase la media maratón en 1 hora 25 minutos. Era un buen tiempo pero poco después recaí de la lesión y empecé a no correr con normalidad y todavía quedaban 20 km más, cada zancada eran unos centímetros menos que recorrer y un dolor más intenso.

Empecé a correr por inercia, porque hacia frío, porque no sabía donde pararme ni lo que harían conmigo, simplemente lo hacía porque llevaba un dorsal puesto. Seguí corriendo porque no quería escribir en Facebook que una lesión me impidió terminarla, por no tener que volver a correrla, por si mejoraba, aunque cada vez el dolor me hacia correr más despacio. Seguí por no darme por vencido a la primera de cambio, por no preocupar a quien me esperaba en el estadio, por escribir este post y voy a ser franco: Corría para retirarme en el siguiente km.

Me sentía ridículo corriendo, preocupado por las secuelas que me pudiese traer, deseando que las piernas me dejasen de funcionar para poder tener un gran motivo para parar, pero ellas seguían, a veces a mas de 5 minutos el km, pero seguían.
Me acorde de todas las proezas que he leído sobre los Ironman, de los que se retiran y de los que lo logran terminar, me acorde de mi abuela, de mi primera maratón, de la osteópata, de amigos y hasta de algunos clientes. Ya solo quedaban 15 km pero iba pensando que en el  30 ya me retiraría.

Pasar de ver el Garmin de 5 a 4 45 fue mejor que verlo a menos de 4. Recuerdo especialmente estar pensando: “bueno 12 km a 5 es una hora más” eso con  2h 05 en carrera, el reto entonces era no andar y bajar de 3h 15 Minutos. Sin darme cuenta veía posible terminarlo; media hora antes lo veía imposible y absurdo. Lo peor de todo era que corría sin ninguna emoción, sin alegría, sin rabia, era algo plano. No me sentía un super hombre que iba a terminar una maratón lesionado, ni triste o rabioso por no haber logrado el objetivo; nunca antes  había competido con esa sensación tan vacía.

Llegue al kilómetro 35 y ya daba zancadas sin ninguna técnica. Cada una de ellas es un paso menos que tenia que andar; hablo de algo literal. Pensaba que terminaría andando y que cada metro que corriese era un metro menos que tendría que ir andando. Llega un momento en el que ni sientes ni padeces, ni alegría ni tristeza, que simplemente ves que cada vez que miras el gps apenas has avanzado 150 metros. Me ayudaba animar a gente que estaba peor que yo todavía, me hacia sentir menos absurdo.

Termine corriendo a 4 45 y a 3 30 los últimos 300 metros dentro del estadio… ¿por qué? Creo que fue para tener el momento de gloria que no había tenido en la carrera ni tendría después de ella; no se como corrí así esos últimos metros, algo me dijo que iba a ser la única oportunidad de terminar una maratón de forma decente en un estadio donde caben más de 100.000 personas

¿Debí retirarme? Seguramente. Afortunadamente estoy recuperando bien y no parece que haya ninguna lesión grave. No me siento orgulloso de haber seguido corriendo ni tampoco me sentiría avergonzado de haberme retirado. Creo que simplemente seguí corriendo porque llevaba un dorsal puesto.


Cualquier persona puede lograr cualquier insensatez si se coloca un dorsal. Puestos a ser insensatos  y sentirnos protagonistas de algo, seámoslo en una competición deportiva; sintámonos por unas horas menos pequeños, vivamos unos instantes de gloria, logremos una gran proeza, algo que recordemos el resto de nuestras vidas.

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