La primera camiseta que vemos en rebajas, el hotel
que tiene descuento, el chico interesante que se acerca... a veces lo bueno,
que sin duda lo es, resulta enemigo de lo mejor pero... ¿qué es lo mejor?
Podemos cambiar la camiseta o comprar las dos,
tampoco importa mucho el hotel si el lugar y compañía es buena... pero imagina esta
situación: continuar
con tu trabajo o aceptar un reto que viene de fuera.
Lo
malo lo convertimos en bueno por la comodidad y ausencia de incertidumbre, lo
mismo que la incomodidad e incertidumbre hace malas, lejanas e inaccesibles
tantas y tantas buenas oportunidades.
Voy
a mirar lo mismo desde otro lugar: lo mejor puede que suceda si no ocurre lo
bueno. Cuando las cosas nos vienen sin haberlo elegido, pues que sea lo que Dios
quiera, pero si somos nosotr@s mism@s los responsables de decidir qué camino si
y cuál no, el asunto se complica. ¿Cuándo?, ¿qué?, ¿hasta cuándo...? Son tantas y tantas preguntas con las que
nos ahogamos en ese mar de incertidumbre.
Estoy
seguro que cuanta más concreto sea lo ideal para ti, lo mejor es sólo una llave que te leva a este ideal y lo bueno no es un
enemigo de lo mejor, si no la forma de conseguirlo; hasta lo malo tiene un
bonito nombre: Oportunidad.
Sin
abandonar lo ideal... ¿Qué es eso de lo ideal?, ¿hay algo más emocionante, excitante,
valioso e ideal propiamente dicho... que disfrutar cada día de lo que te gusta? Ese
ideal no es tangible, no tiene nombre, cifras, ubicación, ni fecha... Si tu ideal
no es una meta en si misma, si no un bonito camino que recorrer, lo bueno y lo mejor
tendrán una relación de respeto y crecimiento; paciente pero no conformista y sabiendo que la
cuerda con la que hoy nos atamos, mañana puede que sea la que nos estrangule.
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