Personas
peculiares; excelentes resultados para el mundo.
Salvador Dalí |
La
genialidad nunca ha sido aliada de aquellas personas que únicamente nacen
crecen y se reproducen. La humanidad ha evolucionado gracias a aquellos que le
cogieron el gustito a eso de ser un tanto diferentes al resto, a las personas
que correspondían los actos con lo que veían con su mirada interior, importando
poco lo que dijesen esas personas que ni les conocían. El mundo es más humano y
menos animal gracias a esas personalidades que normalizaron en sí mismas algo
nuevo y rompedor y que, luego, fueron fuente de inspiración de muchas otras
almas libres con gusto por lo freak.
¿Alguien
se imagina a Salvador Dalí siendo un padre de familia tradicional, con su
hipoteca, sus vacaciones en Benidorm y usando su chándal de los domingos; o a
Lady Gaga haciendo botellón en el parque del oeste con las manoletinas en el
bolso y pensando si entrar al Penélope o la Inn? ¿Quién se imagina a Steven
Jobs viendo Jersey Shore mientras actualiza su Twitter diciendo “a Snooki se le
ven las bragas”? Para lo cotidiano ya estamos el resto de mortales.
Si
me dieran a elegir como se elige Samsung Galaxy o Iphone decidiría ser un Dalí,
capaz de maravillar al mundo y poder dar una conferencia con un traje de buzo,
escafandra incluida, como él hizo.
Daría
mi Blackberry, mi tablet y mi Toshiba por conocer el diálogo interior que
tienen estas personas, con qué gafas miran el mundo, qué mecanismo
anti-alienación ponen en marcha cada vez que el entorno les manda la señal de
desaprobación, de qué forma se hablan, dónde, cuándo; qué filtro se quitan, qué
entienden por sentido común y cómo hacen para que apenas haya distancia entre su
yo ideal y su yo actual.
Woody Allen |
¿Dónde
está la clave? ¿Se nace o se hace? ¿Se es rarito primero y después genio o
genio y después rarito? ¿Hay más genios raritos que raritos genios? ¿Todos los
genios son raritos… todos los raritos genios?, ¿no, verdad? ¡Maldita sea, si me
pregunto todo esto, es que no soy uno de ellos!
Si volviese a nacer le pediría a Dios, a mis
padres, a la madre naturaleza o a quien sea competencia ser un Dalí, un Jobs,
un Lennon, un Allen o un Shakespeare del coaching, lo malo es que ya he nacido
y ahora sólo yo soy es responsable de serlo o no serlo.
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